La peculiaridad del control de crucero adaptativo (ACC, por sus siglas en inglés), es que mide la distancia con el coche que nos precede mediante una serie de radares y cámaras que se esconden detrás en nuestro vehículo.
Si detecta que se encuentra muy cerca, actúa sobre los frenos para bajar nuestra velocidad y mantener una distancia de seguridad (puede incluso llegar a pararlo). En cuanto cambiemos de carril o si el coche que va delante lo hace, el control de crucero adaptativo volverá a la velocidad que le teníamos prefijada.
La distancia de seguridad es variable dependiendo de la velocidad con la que circulemos. Además, en concreto algunos coches permiten varíar la distancia a nuestro gusto. Este sistema va colocado en coches automáticos para que no haya problemas si hay que reducir marchas (un conductor podría no darse cuenta y el coche circularía “ahogado”).
El sistema de control de crucero adaptativo puede funcionar en todo tipo de carreteras, pero está más orientado a las autopistas o carreteras porque son lugares donde se mantiene una velocidad más constante.
Fuente: http://bit.ly/1vJSoUN
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