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viernes, 21 de noviembre de 2014

Velocidad excesiva y velocidad inadecuada: un punto de vista diferente.

Cuando el exceso de velocidad sale en los medios de comunicación para justificar un siniestro ocurrido en la vía pública, automáticamente pensamos en la gravedad del suceso y relacionamos los daños ocasionados con la velocidad del vehículo pero no siempre es así.

Un aparatoso siniestro puede ocurrir en un tramo curvo por el mero hecho de circular su conductor a una velocidad inadecuada pero no por ello excesiva.
Dos formas de expresar el tipo velocidad a la que puede circular cualquier conductor si queremos determinar las causas, por ejemplo de una salida, pero que estaríamos ante una información errónea si no tenemos en cuenta otros factores como, por ejemplo, la influencia del trazado con sus condiciones ambientales, tipo de vehículo y estado del conductor.
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Conducir a exceso de velocidad dificulta la capacidad de reacción

La velocidad excesiva es una velocidad por encima del límite recomendado como, por ejemplo, en un tramo recto y aparentemente sin obstáculos pero que ante: una distracción o desatención en la conducción, un animal que se nos cruza, una imprevista deformación del asfalto por deterioro, etcétera, nos puede llevar a perder el control del vehículo.
Por otro lado, la velocidad inadecuada es una velocidad demasiada alta para las condiciones imperantes pero dentro del límite de velocidad establecido, bien por letreros fijos en base a las características de la misma, o de forma circunstancial ante un trazado en obras o ante cualquier peligro conocido que requiera informar a sus usuarios. No obstante, el exceso de velocidad engloba velocidad excesiva e inadecuada.
Pues bien, si nos centramos en los efectos de la velocidad, está claro que el número y gravedad de los siniestros viales aumenta con la velocidad. En primer lugar porque las velocidades elevadas reducen el tiempo disponible para procesar la información, decir si reaccionar o no y, finalmente, realizar la acción. En segundo lugar, como la distancia de frenado es proporcional al cuadrado de la velocidad, la distancia entre el inicio del frenado y la parada aumenta también al aumentar la velocidad.
En definitiva, el exceso de velocidad es un problema social muy popularizado que afecta a las autopistas, carreteras convencionales y vías urbanas y también implica a todo tipo de vehículos con motor. La mayor parte de la población reconoce la velocidad como un problema de seguridad básico pero, al mimso tiempo, considera que es un problema que afecta a los demás conductores. Digamos que nos aprovechamos del alcance o cobertura que nos proporciona el vehículo sin llegar a reconocer los riesgos reales como, por ejemplo, confundir un tramo recto de autopista o carretera por una vía urbana.

Fuente: Circula Seguro | http://bit.ly/1tnkNZH

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